Despertamos muy temprano para recoger la tienda. Tras el desayuno contratamos unos porteadores que nos acercaran a caballo las mochilas; el precio no es caro y así se puede disfrutar sin peso la hora y pico de la ruta de vuelta que lleva a la salida.
Desde el parque hasta Santa Marta compartimos taxi junto a Emi, una inglesa y su novio escocés. El taxi nos dejó en el hostal que nos recomendó Sebastián, un chico colombiano que conocimos en el desayuno y sabía mucho de esta zona.
Pero en el hostal no tenían habitación privada a excepción de la suite, con un precio parecido al hotel de Cartagena, por lo que la contratamos. Lo cierto es que se le queda grande el nombre de suite, pero uf, estábamos cansados y sin ganas de buscar otro hotel sobre la marcha.
Escribiendo la crónica del viaje en papel
Al igual que la tienda de Tayrona, la suite olía a insecticida que tiraba p'atras :S WTF!?
Tras descansar unas horas (yo intentando matar un mosquito al que no conseguí echar el guante) nos acercamos al centro de Santa Marta. Un pueblo típico, en donde lo más reseñable es su Plaza de los Novios, la Catedral y el paseo marítimo (era de noche y no lo apreciamos bien, pero parecía tener un feo muelle de containers en un lateral).
La Catedral
Al anochecer encontramos una calle peatonal con muchos restaurantes y ahí disfrutamos cenando en plena calle.
No faltó ni la velita
Durante la cena reservamos el hotel de Bogotá para ir de a hecho en esa mega urbe. El chollo fue conseguir un 5* por 230.000 pesos.
Al volver al hostal había bastante ambiente, pero estábamos tan cansados que nos quedamos sopa. A las 0:00 paraban la música zzzzZZZZzzzz